La ‘diosa de la guerra’ representada en las luchas de una mujer invencible
Luchar no fue una opción para Osiris Pavón, las batallas llegaron cuando tenía 16 años, y desde esa edad tuvo que llevar la armadura de la ‘diosa de la guerra’.
Su niñez se desvaneció casi sin darse cuenta; los días hermosos de la infancia se fueron convirtiendo en sombríos, tristes y agitados.
La muerte tocó su vida con tan solo 17 años, perdiendo para siempre a su primer amor. Fue así como entendió que ‘la vida no sería fácil de ahora en adelante’.
Sus fuerzas desvanecían, pero su madre fue la energía que la alentaba a pesar de las diferencias que había entre ambas. Las discusiones y desavenencias eran solo el motor de dos almas que se impulsaban mutuamente.
Aunque la vida no era un río perfecto, tener a su madre era suficiente para llevar las cargas del destino.
ALGO MAS
Estar alejada de su primera hija por tabúes sociales fueron haciendo mella en su corazón, el cual se convirtió en una dura roca y en la más frágil imperfección.
Fueron esas fisuras que ocultaba profundamente que casi la ahogan en la ansiedad y desesperación. La muerte de su madre trastocó, su ya desordenado, mundo.
El suicidio se fue apoderando de su vida, la pérdida de su progenitora le removió las simientes de su alma, sus hijos, aún menores, la miraban sumergirse en la desesperanza. Pasaban los meses y no encontraba el camino que la hiciera entender que sus hijos también estaban sufriendo por la pérdida de su abuela, quien para ellos era 'el todo'.
Le costó superar esa batalla, pero logró salir triunfante y con cientos de enseñanzas que aplicaría en un futuro, en su mejor futuro: 'EL AHORA'
EN BUSCA DE LA FELICIDAD
Los años pasaron, fue sanando las heridas y así poco a liberando su alma a nuevos comienzos que estaban lejos de darle la seguridad que buscaba.
Tras varios años de luchar en un pequeño negocio personal, emprendió su camino hacia la tierra ‘prometida’: los Estados Unidos.
El viaje le mostró que su propósito es más que un sueño que nunca podrá satisfacer. Volver a su tierra, Honduras, y empezar de nuevo sería esa prueba de fuego para demostrar que su armadura se había fortalecido.
Actualmente, ha encontrado el camino hacia la felicidad; los sinsabores de la vida los ha convertido en escalones hacia el añorado éxito.
Su vida en Honduras no es fácil, pero se levanta segura que su negocio es bendecido por su creador, quien hasta hoy no la ha dejado desamparada.
Comments